Mi vivencia ocurrió hace 2 años. Era en finales de mayo.
El Barcelona-Atlético fue para mi el partido más emocionante
del año.
El encuentro empezó en torno a las seis y yo estaba muy nervioso ya
que estaba en juego la liga .Al Atlético le bastaba con empatar. El partido no
empezó bien ya que el Barcelona metió un gol a los veinte minutos de juego y se
lesionaron los dos jugadores más importantes del Atlético. Llego el descanso
con 1-0 en el marcador.
Yo sabía que había esperanza. Y la hubo. Empezó el segundo
tiempo. El Atlético salió al campo con mejor juego que en la primera parte.
Rozó el gol ya que dio un palo. En la misma jugada el árbitro señalo saque de
esquina. Yo sabía que los saque de esquina era la mejor opción que
teníamos. Y así fue. El saque de esquina
acabó en…¡gol! Se me cambió la cara de repente. Fue una explosión de alegría.
Con el 1-1 bastaba para colocar el trofeo en las vitrinas. Sería el minuto
65.Todavía podía pasar de todo .El Barcelona tuvo el esférico el resto del
partido y no pintaba bien. Esta vez me era imposible quejarme del arbitraje ya
que el Barcelona metió gol pero el árbitro pitó un fuera de juego que era
claro. El árbitro añadió 3 minutos al tiempo reglamentario. Para mi fueron los
3 minutos más largos de mi vida. Cuando el balón volaba sobre el cielo del
estadio…¡el árbitro pitó el final! En ese momento supe que…¡LA LIGA ERA
NUESTRA!.
Fin.
